Nadal vuelve a la senda de la victoria
Escrito por Williams Chevalier el mayo 11, 2022
Nadal llegaba a Roma en busca de un trampolín sobre el que relanzar su temporada, y qué mejor lugar que la tierra italiana para hacerlo, antesala del siempre especial Roland Garros. Tras un inicio de campaña fantástico, de los mejores de su dilatada carrera (20 victorias consecutivas, mordisco en Australia incluido), llegó la fatídica lesión en Indian Wells, una fisura en las costillas que, además de angustia, le llevó a un socavón del que aún no ha salido. Su vuelta en Madrid fue eclipsada por el fenómeno Alcaraz y es la capital transalpina el enclave elegido para dar un golpe sobre la mesa.
Enfrente esperaba Isner, escuela estadounidense, número 23 del mundo, un cañón en el brazo y ganas de aprovecharse de las dudas de su rival. El primer set fue un tanteo de menos a más, de la precaución al colmillo. El guion del duelo lo escribía el español y solo los potentes golpes de su contrincante debilitaban su estrategia, efectivo Isner en un resto que puso contra las cuerdas a Nadal durante algunos tramos. Sin embargo, el apellido Nadal, independientemente de la forma, trae malos recuerdos a la mayor parte de tenistas del circuito. Le entraron las dudas al estadounidense y el español olió la sangre. Se fue inflando hasta llevarse el primer acto con cierta solvencia.
Continuó la sangría en el segundo set. Nadal estiraba los puntos todo lo posible porque Isner no acababa de estar cómodo y el error no forzado acabaría por llegar (acumuló hasta catorce antes de que se cumpliese la hora de partido). El español empujaba contra la pared a su rival mientras le intimidaba con la mirada cuando sumaba puntos y la chispa, aunque de manera tímida, comenzaba a asomar desde su raqueta. Ese fuego, unido a su inquebrantable paciencia, dejaron sin opciones a Isner, que solo pudo enganchar algún que otro gran golpe antes de irse a los vestuarios.