La infección por salmonella, o salmonelosis, es una enfermedad trasmitida por los alimentos y causada por bacterias del género Salmonella. La mayoría de las infecciones se contraen a través de alimentos contaminados (generalmente carne de ternera, carne de aves de corral, huevos o leche).
Crudos sin lavar
Pero el grupo de bacterias también puede encontrarse en frutas y vegetales sin lavar. También se puede adquirir tras manipular mascotas, especialmente reptiles como las serpientes, tortugas y lagartos.
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Los síntomas habituales de una infección por salmonelosis son fiebre, diarrea, cólicos abdominales, dolor de cabeza… Además, pueden presentarse náuseas, vómitos y pérdida de apetito. En los casos más graves puede provocar la muerte, como ha sucedido con el actual brote, pero lo normal es que los síntomas duren entre cuatro y siete días y que la mayoría de las personas se encuentren bien pasado este tiempo sin grandes tratamientos, salvo los típicos diagnosticados para paliar la deshidratación producida por diarreas y/o vómitos (limonada alcalina, que se prepara con agua, zumo natural de limón y bicarbonato, o las soluciones de rehidratación oral que se venden en farmacias), o el paracetamol para combatir la fiebre y los dolores.
Más graves
Los síntomas pueden ser más graves entre los adultos mayores -ancianos-, niños pequeños y personas con enfermedades crónicas. Si la salmonela penetra en el torrente sanguíneo, puede ser seria y mortal.