Fritz y el físico frenan a Nadal en Indian Wells
Escrito por Williams Chevalier el marzo 20, 2022
Fue la incertidumbre la nota dominante en la previa de la gran final, con Fritz acechado por los achaques en su tobillo derecho, daño colateral tras su triunfo en las semifinales ante Rublev. No calentó el talento local (nació a 160 kilómetros de Indian Wells) y se barajó incluso el abandono. Sin embargo, saltó a la pista californiana sin miedo alguno y en el primer punto no dudó en lanzarse al suelo a por una bola complicada. En el tercero lanzó un misil al que Nadal no pudo llegar. Se mostraba el estadounidense hiperactivo y sin rastro de dolor aparente, como un pez a contracorriente. El español, prudente. No había prisa bajo el sol del desierto, ese que Nadal ha aprendido a controlar como si fuese una divinidad pagana.
Le pegaba duro Fritz y se llevó los cuatro primeros juegos con cierta facilidad. Plantó el trípode y comenzó el bombardeo. Nadal no encontraba respuesta inmediata y sumaba algún que otro error no forzado. Solo los golpes prodigiosos daban algo de aire al mallorquín que, en los primeros instantes de duelo, sufría. Un 1-5 se antojaba un bolo de difícil digestión y para más alarma Nadal pidió asistencia del fisio en el ocaso del primer set. Ceño fruncido y negación con la cabeza. Algo no iba bien. El primero cayó pronto para el alegre norteamericano.
La cascada de puntos para Fritz era constante y Nadal estaba petrificado, con dolor evidente y fuera del duelo. Tampoco ayudaba el contundente nivel del estadounidense, con el colmillo bien afilado pese a su aparente lesión.
Pese a todo y contra todo, como acostumbra a hacer el balear, con el paso de los juegos detectó cierto pulso a la final, una pequeña grieta por la que filtrar su figura. Movía Nadal con cierta regularidad al estadounidense de lado a lado y el escenario arrojaba algo de claridad tras un primer acto asfixiante. Le costaba hasta frenar pero mantenía el tipo como no podía ser de otro modo. Un juego de luces y sombras, y de errores, porque era una batalla de perdigonazos más que de disparos precisos. Fallaba voleas Fritz y el viento, un elemento más del torneo, cambiaba ligeramente de dirección.
Hasta el final
Remó y remó pero la barca tenía boquetes. A Nadal le costaba hasta respirar debido a una lesión en las costillas que le dificultaban incluso las celebraciones. Tenía fogonazos irrebatibles y mostraba su característico apego a la competición, pero cada segundo sobre la pista era un dolor de muelas. Aun con todo, mandó el segundo set al tie break. En el abismo y con todo a favor, Fritz sufrió de lo lindo para vencer. Nadal no cedió ni un centímetro hasta el final y amenazó incluso con mandar el partido al tercer set. La campaña es larga y siempre está permitido perder alguna batalla de vez en cuando. Tras veinte victorias llegó la derrota y, por ende, el descanso.